En esta entrada vamos a hablar del Contrato de Comportamiento, un procedimiento como cualquier otro para ayudar al alumno a lograr sus objetivos.
Se trata de un acuerdo escrito que especifica las condiciones a respetar y las recompensas o consecuencias que se pueden derivar del cumplimiento o ruptura de este contrato. Suele tener mas éxito si se realiza entre el alumno que quiere mejorar y un compañero. En otros casos, los contratos pueden hacerse en grupos de alumnos, formando un grupo de apoyo que puede dar ánimos y elevar el nivel de compromiso de los participantes.
El primer paso es analizar el problema y fijar unos objetivos reales y alcanzables, a la vez que lo suficientemente importantes como para que supongan un reto. El siguiente paso es desarrollar un plan para alcanzar estos objetivos. Tanto el profesor como el alumno deben empezar a forjar el plan enumerando tantas estrategias como les sea posible sin sopesar los pros y los contras de cada una de ellas mientras se van citando. A partir de esta lista, el alumno debe escoger las que le parezcan mas adecuadas (entre 2 y 4).
Existen casos en los que los alumnos son reacios a cambiar de comportamiento. Para poder ayudar a estos alumnos el profesor deberá ser accesible y amistoso, mostrar un interés extra por los alumnos, siendo un buen modelo en el que el alumno se pueda fijar.
Por último, cuando el alumno ha alcanzado alguno de sus objetivos, se plantea la cuestión: ¿Cómo pueden mantenerse estos resultados a largo plazo? La solución se encuentra en identificar las circunstancias potencialmente peligrosas y aprender a evitarlas.
Este contrato de comportamiento es aplicable a muchas materias, no solo a la educación física. A continuación un ejemplo de ello:
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